El amor es una construcción cultural y cada periodo histórico ha desarrollado una concepción diferente del amor y de los vínculos que deben existir o no, entre el matrimonio, el amor y el sexo.
El amor romántico y los mitos asociados a él están presentes en nuestra cultura. Se ha demostrado la importancia otorgada en nuestro entorno al “modelo del amor romántico”, la aceptación de los mitos al respecto y, al mismo tiempo, está teóricamente establecido el papel de dichos mitos en el mantenimiento de las relaciones de pareja violentas.
El modelo de Enrique Echeburúa y Javier Fernández-Montalvo, considera a los mitos como uno de los factores precipitantes.
Todo esto genera una dependencia emocional no saludable. Para prevenir una relación poco saludable o de dependencia emocional, podemos trabajar en autoestima e inteligencia emocional (crecimiento personal). Es una de las maneras de proteger a una persona, de darle recursos para poder detectar, evitar o afrontar una relación de pareja tóxica.
Al querer, hay una relación en la que requerimos que la otra persona se adecúe a nuestra necesidad de resolver las carencias que sentimos, para que, al cubrirlas calmemos en mayor o menor medida nuestro malestar. Esto no es una definición exacta, pero sí que podemos decir que en el “querer” hay un matiz de pertenencia (ej. Quiero un café).
Al amar, en cambio, nos abrimos a nuestra pareja, desde la empatía con ella por los afectos que nos despierta la afinidad personal, pero sin tener que cubrir huecos emocionales, por eso si amamos, nunca debemos hablar de la otra persona como nuestra media naranja.
Quienes asumen este modelo del amor romántico y los mitos que de él se derivan, tienen más probabilidades de ser víctimas de violencia puesto que consideran que el amor, y la relación de pareja, es lo que da sentido a sus vidas. Si rompen la pareja, y renuncian al amor, es el fracaso absoluto de su vida y no la promesa de una vida mejor. Como el amor todo lo puede, han de ser capaces de allanar cualquier dificultad que surja en la relación y/o de cambiar a su pareja, incluso aunque sea un maltratador, lo que les lleva a perseverar en esa relación violenta.
Que la violencia y el amor son compatibles, o incluso que ciertos comportamientos violentos son una prueba de amor, lo que es empleado por víctimas y agresores para justificar los celos, el afán de posesión y/o los comportamientos de control ejercidos por su maltratador como una muestra de amor. En algunos casos, llegando incluso a sugerirse que el amor sin celos no es amor, y trasladando la responsabilidad del maltrato a la víctima, por no ajustarse a dichos requerimientos.
Espero que esta información te haya sido de utilidad. Si aun así consideras que necesitas ayuda profesional, no dudes en contactar conmigo. Continuaré desarrollando este contenido en otros artículos del blog.
¡Un saludo!