Como ya comentamos en el artículo El duelo ante la situación del COVID-19, el duelo es un proceso duro, y que requiere tiempo y esfuerzo tanto para la persona que lo pasa como para sus allegados que sienten su estado de ánimo. En este artículo explicaremos los consejos adecuados para tener la actitud que mejor facilite el proceso del duelo.
Normalizar todas las emociones, ya que no existen emociones válidas y no válidas. Es importante darles nombre, escucharlas, expresarlas, conocerse a uno mismo y aceptarse tal y como uno es y cómo se siente. Es absolutamente necesario dar salida al profundo dolor que produce la pérdida de un ser querido y, mientras que para unos puede ser llorar, para otros puede ser gritar, o para otros puede ser necesitar estar solo con más frecuencia. No hay normas, pero sí que hay que abrirse a pedir ayuda cuando uno se ve incapaz de avanzar.
El enorme dolor que sentimos por la pérdida de nuestro ser querido puede llevarnos a convencernos y cerrarnos en un único pensamiento de cómo pasó sus últimos momentos. Es recomendable pensar que tal vez las cosas no fueron exactamente así.
Nuestro familiar, aún habiendo fallecido en aislamiento hospitalario, tal vez no se sintió solo. Probablemente el personal sanitario hizo todo lo que estuvo en su mano para acompañarle en sus últimos momentos. Y si falleció solo, tal vez se fue recordando una conversación agradable, una vivencia emotiva con sus seres queridos o un momento feliz. Es evidente que no podremos llegar a saber la realidad de lo que pensó o sintió en esos últimos momentos pero, por eso mismo, también hay que dar cabida a posibilidades más positivas.
Encender una vela, definir un pequeño espacio de homenaje, poner en un lugar destacado alguna fotografía o algún objeto significativo de la persona fallecida, escribirle una carta con todo lo que nos hubiera gustado decirle y quemarla… ayudan con el proceso del duelo. También podemos, organizar un homenaje a nuestro ser querido cuando acabe el estado de alarma.
Mantener o fomentar las relaciones interpersonales, aunque sea de forma telemática, con los seres queridos con quienes compartimos la pérdida, así como con otros que nos puedan aportar escucha, comprensión y ánimo. Es absolutamente normal sentirse sin energía ni ganas de nada, pero es muy importante recordar que hemos de cubrir unas necesidades propias de nutrición, de ejercicio físico y de descanso. Podemos, por ejemplo, practicar alguna técnica de relajación, escuchar música, buscar momentos de reflexión que inviten a la tranquilidad y la paz interior…
También, y sin prisa, iremos introduciendo actividades placenteras en nuestra vida, cada cual a su ritmo. Pedir ayuda, no es sinónimo de debilidad; todo lo contrario, se trata de un acto de valentía en el que se asumen las propias necesidades y limitaciones. Lanzarse a pedir ayuda facilita la comunicación con otras personas que nos quieren y que, probablemente, estarán encantados de poder ayudar.
Es conveniente solicitar ayuda profesional cuando nos sentimos estancados en el dolor o ante algunas situaciones mantenidas en el tiempo como las que aquí se exponen:
Por lo tanto, como resumen:
Pasa tiempo con la persona en situación de duelo para que se sienta menos sola con su pérdida. Deja que él/ella llore contigo y hable de sus sentimientos. No importa que vuelva una y otra vez al mismo tema. No tomes como algo personal la irritabilidad, ni el enfado de la persona que está atravesando esta etapa, es parte de la reacción de duelo. No le digas que recobre el ánimo, esto más que ayudarle puede hacer que se sienta frustrado al no conseguirlo. Si es posible, en esta situación de estado de alarma, ayúdale con las cosas prácticas (limpieza, ir de compras, cuidar de los niños, etc.). También es conveniente, evitar que tome decisiones importantes durante este período, o al menos intentarlo.
Si aun así tienes dudas, o necesitas ayuda profesional, no dudes en contactarme a través de la sección Contacto del blog.
Un saludo, y te envío todo mi apoyo en estos momentos tan difíciles.