¿Cómo se relacionan la autoexigencia y la autoestima y qué problemas pueden generarnos?

¿Qué es y para qué sirve la autoexigencia?

Dentro de todos nosotros existe una tendencia al crecimiento tanto físico como psicológico. A nivel biológico, nuestras células nunca dejan de nacer y morir, y en el proceso todo nuestro cuerpo se renueva constantemente. Si biológicamente estamos constantemente muriendo y naciendo a nivel molecular, a nivel psicológico pasa algo parecido, aprender nuevas habilidades o adquirir nuevos conocimientos se debe a cambios neuronales, y por ello implica la ”muerte” de conexiones neuronales previas para poder dar lugar a un nuevo yo. 

Fruto de esta tendencia al crecimiento surge la autoexigencia, concepto que hace referencia a la búsqueda de satisfacer nuestras necesidades. En este caso, la búsqueda de necesidades se refiere al yo conmigo mismo, y en entender cómo movilizarnos a la acción destinados a nuestros propios objetivos, bien sean biológicos (hambre, sed, sueño, etc.) o psicológicos/existenciales (obtener el trabajo de mis sueños, ser un buen padre, estar satisfecho con la vida que tengo, etc.).

La autoexigencia en sí no es un problema, es una herramienta más que nos orienta en el mundo para saber qué es lo que buscamos y cómo nos gestionamos para alcanzar aquello que deseamos. El problema surge cuando esta autoexigencia es mucho más intensa de lo esperable y termina siendo un tirano para nuestras vidas.

La autoexigencia forma parte del crecimiento como seres vivos.
Es algo innato como crecer físicamente o madurar mentalmente.

¿Qué es la autoestima? Uno de los conceptos más utilizados y abstractos de la psicología.

Existen múltiples definiciones para el concepto de autoestima pero lo podemos definir como el autoconcepto de nosotros mismos en el que se incluye el valor, respeto y autocompasión que nos otorgamos a nosotros mismos, y que se define tanto por nuestra predisposición biológica como por experiencias previas. Es decir, es la apreciación subjetiva de la valía por ser quiénes somos y por lo que hacemos en función del entorno (en situaciones de éxito o de fracaso).

Por ejemplo, una persona con una alta autoestima se percibe a sí misma de esta forma por la satisfacción en lo que hace (me siento orgulloso de mi trabajo) y por lo que es (soy el padre de mis hijos a los que aprecio y valoro, soy una persona que se cuida y me gusto físicamente), y vive las situaciones de fracaso como oportunidades a mejorar (me he equivocado en esta tarea, pero he aprendido de mis errores y ahora soy más profesional). 

El problema de una autoexigencia negativa sobre la autoestima.

No es raro que por experiencias previas en nuestra vida la autoexigencia se convierta en un aspecto de nuestra mente que nos genera más problemas que soluciones. Por ejemplo, dentro del enfoque de la Terapia Focalizada en la Emoción, se entiende que dentro de nuestra psique existen diferentes ‘yo’. No se refiere a voces o personalidades múltiples como en los trastornos psicóticos, sino a las partes de nuestra mente que activan estos mensajes internos, sin palabras, que nos agobian con el futuro o nos castigan con el pasado. 

Dentro de los múltiples ‘yo’ que puedan existir, principalmente se trabaja con dos en terapia: el ‘yo’ preocupador y el ‘yo’ crítico.

El ‘yo’ preocupador es una parte de nosotros mismos que nos envía mensajes del tipo: ‘date prisa que vas a llegar tarde, y verás las consecuencias de que llegues tardes’, ‘¿y si esto que nos pica es una enfermedad seria?’, ‘mi jefe hoy me ha mirado con mala cara, seguro que nos va a despedir’, etc. Es una parte de nosotros mismos que nos avisa, nos alerta constantemente con el fin de permanecer alerta y solucionar problemas antes de que se lleguen a dar. Como hemos dicho, es una herramienta fundamental de los seres humanos dado que tenemos la capacidad de planificar el futuro y actuar en consecuencia, lo que nos ha salvado de múltiples amenazas cuando éramos más primitivos. Sin embargo, en la actualidad tiene otra función: ‘prepárate para evitar el dolor que una vez sentimos o que es posible que sintamos’. Nos moviliza a la acción y por ello la emoción que solemos sentir fruto de la acción de este ‘yo’ es la ansiedad.

Tanto el 'yo' preocupador tiende a hacernos sentir ansiedad, y el 'yo' crítico tiende a hacernos sentir tristeza o desesperanza.

El ‘yo’ crítico es otra parte de nosotros mismos mucho más tiránica y exigente. Particularmente, el efecto de esta voz es mucho más desesperanzador dado que a la emoción que sentimos si le pudiésemos poner palabras, sería por ejemplo: ‘eres un inútil’, ‘¿ves? te has vuelto a equivocar porque eres un despistado’, ‘te mereces que te pase esto por vago’. El tono es absoluto, sin un mensaje implícito de posibilidad de cambio. El tono indica que no podemos cambiar lo que somos y lo que opinamos de nosotros mismos, por que dice la verdad. Esta voz suele ser mucho más nuclear y sustancial en nosotros, dado que suele contener experiencias previas en las cuales nos hemos sentido inútiles, vagos, o poco capaces de afrontar una situación vivida. 

Es muy común la aparición de ambas voces, donde la raíz del problema suele estar en la parte más crítica. Por ejemplo, una persona puede ser muy consciente de su voz más preocupadora, dado que tiene ataques de ansiedad ante la falta de atención por parte de su pareja debido a su horario de trabajo (‘siento que si no me habla es porque quiere cortar conmigo’) pero explorando en terapia aparece una voz más crítica que dice ‘porque en el fondo no soy interesante, no tengo valor para nadie y la gente acaba abandonándome’. 

Ambas voces influyen en el concepto que tenemos de nosotros mismos y en cómo afrontamos las situaciones de nuestro día a día, pero no son más que síntomas que surgen de nuestra mente con el fin de protegernos, pero paradójicamente se convierten más en un problema que en una solución. Por tanto, una persona con baja autoestima puede ser una persona de éxito, pero él se vive a sí mismo como un individuo con poca satisfacción por lo que hace (‘no aprecio los éxitos que consigo’) y lo que es (‘soy el jefe de una empresa, pero me siento un fraude”) y mucha culpa o vergüenza ante los errores (‘soy un desastre y un inútil por haber llegado un minuto tarde al trabajo’).

Gracias al proceso terapéutico, podemos identificar estas voces con facilidad, entender de dónde vienen y cuál es su función. A partir de ahí, podemos empezar a cambiar nuestra imagen de nosotros mismos donde si empezamos a vernos como personas adultas y capaces, estas voces volverán a ser herramientas a nuestra disposición y no tiranos que controlan nuestras vidas.

Si aún así tienes cualquier consulta o estás interesado en comenzar un proceso terapéutico en el que se puedan trabajar estas partes de ti mismo, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Espero haberte ayudado.

¡Un saludo!