Sobre mí

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'Cuando hablas desde la mente, buscas la razón; pero cuando hablas desde el corazón, buscas la verdad.' - Borja Alonso

Desde pequeño he tenido un genuino interés hacia la psicología y la filosofía. Una curiosidad con el fin de comprender, explorar y expandir mis horizontes en busca de nuevas ideas tan elaboradas, profundas y universales que conectan en mí con la verdad. Considero que el saber sobre estos temas es el conocimiento más útil, porque son páginas del manual de qué y cómo soy yo, tú y el ser humano. Por destacar algún autor significativo para mí, nombraré a Antonio Damasio, Jack Copeland, Jordan Peterson, Leslie S. Greenberg y Marco Aurelio de una lista que ojalá nunca deje de crecer.

Así, comencé mi formación universitaria estudiando psicología, y gracias a la formación de la Universidad Pontificia de Comillas, tuve el placer de conocer a las grandes familias de la psicología actual: la psicología cognitivo conductual, sistémica, psicodinámica, humanista, Gestalt… y tener una noción de cada una de ellas.

Queriendo entender al ser humano a múltiples niveles de resolución (desde el nivel molecular analizando el comportamiento de las neuronas al nivel más general entendiendo la complejidad de la mente humana) estudié el Máster de Neurociencias.

Determinado a ser psicólogo, realicé el Máster de Psicología General Sanitaria mientras que realizaba cursos de psicología clínica con expertos y profesionales en psicología humanista, en concreto de Focusing y de Terapia Focalizada en la Emoción

Los motivos por los cuales conecté con esta rama de la psicología son varios: en primer lugar, por la posición que toma el psicólogo respecto al paciente de simetría e igualdad de poderes, respeto de los ritmos del paciente, escucha empática y búsqueda del potencial preexistente en el paciente. En segundo lugar, por la evidencia científica existente que demuestra su eficacia, eficiencia y efectividad, en algunas ocasiones incluso por encima de otros enfoques en psicología. Y en tercer lugar, porque desde este encuadre se entiende al paciente como un ser complejo, dinámico, único, e individual, donde no es tan importante qué test aplicar si no escuchar y entender cómo él o ella vive el mundo. Por último, los síntomas psicológicos, físicos o conductuales son fruto de emociones dolorosas o problemáticas.

Me gusta entenderlo usando la siguiente metáfora: imagínate que de joven te haces un corte jugando, pero al no saber de medicina te lo intentas curar con lo que sabes y lo que tienes a mano. En muchas ocasiones, ese corte se cerrará, pero en ocasiones ese corte empeore y por ejemplo, se infecte. Si seguimos con nuestro día a día podríamos presentar fiebre o cansancio y al ir al médico nos receta paracetamol para la fiebre y el malestar. Al no curar el corte siguen apareciendo síntomas, por ejemplo anemia o falta de apetito. Si volvemos a acudir al médico nos recetará hierro o cualquier otro medicamento, pero le costará tiempo entender de dónde viene el malestar, por que lo que presentamos son síntomas superficiales. 

Si trasladamos esta metáfora a la mente, sería algo parecido. Durante nuestra vida tenemos experiencias positivas y negativas. De las experiencias negativas, muchas no dejarán heridas psicológicas abiertas, pero otras puede que sí. Nosotros, sin saber de psicología, hacemos lo que podemos para sanar este malestar (ignorándolo, razonándolo, o  haciendo cosas que nos agradan como ir de compras, beber alcohol, consumir drogas, etc.) pero no se cura. Gracias al enfoque de la Terapia Focalizada en la Emoción buscamos el dolor nuclear que ha de ser curado que genera los síntomas. Aquí el trabajo de las emociones es fundamental dado que lo que nos duele son las emociones, que generan pensamientos, manifiestan síntomas físicos en el cuerpo, activan recuerdos pasados, y son tanto la fuente de motivación como la tendencia a la acción en nosotros. 

Como psicólogo clínico, mi trabajo se basa en primer lugar en generar un espacio seguro, íntimo, confidencial y de respeto. En segundo lugar, busco entender la naturaleza de los problemas que trae el paciente a terapia, además de conocerle a él y cómo gestiona su situación. Así, creo un marco terapéutico en el que elaboramos conjuntamente un mapa del problema en cuestión, acordamos los objetivos de la terapia y cómo los vamos a trabajar. Este proceso es personalizado y completamente flexible, siempre atendiendo a las necesidades presentes del paciente. 

La forma de trabajar estas heridas psicológicas y emocionales es mediante técnicas experienciales que no sólo buscan que el paciente entienda y comprenda qué hacer, si no vivirlo dado que la experiencia vivida es mucho más intensa, real y completa que el mero entendimiento racional del problema. Si quisieras saber cómo es Roma, ¿preferirías que te describiese la ciudad o que te llevase al coliseo romano?

Con el avance del ser humano en el siglo XXI, vivimos cada vez más en nuestra mente por las nuevas tecnologías, y cada vez más desconectados de nuestro cuerpo. El objetivo de mi enfoque es volver a hacernos más completos, más humanos. En nosotros está la solución a todos nuestros problemas, solamente tenemos que reaprender a escuchar a nuestro vasto mundo emocional, fuente de sufrimiento y bienestar.